Ximena SOSA. Hombres y mujeres velasquistas 1934-1972. Quito: FLACSO Ecuador - Abya-Yala, 2020. 284 pp. ISBN: 9789978675359.

El tiempo transcurrido a lo largo del período que media entre 1934, año en el que Velasco Ibarra es investido presidente constitucional del Ecuador por primera vez, hasta febrero de 1972, fecha en la que un golpe de Estado militar interrumpió la democracia en el país andino, ha sido objeto de apasionados estudios en torno a la controvertida figura de este político. Algunos autores, como Michael Conniff, encuadran el fenómeno del «Velasquismo» dentro de la corriente de líderes populistas clásicos (Eliécer Gaitán, Lázaro Cárdenas, Perón, Getúlio Vargas, entre otros) que recorrieron la región entre la década de los años 30 y 60 del siglo pasado. No cabe duda de que los mandatos de Velasco Ibarra estuvieron marcados por su fuerte personalidad y carisma, así como el acercamiento a líderes como Salvador Allende o Fidel Castro. A pesar de encontrar vínculos con la corriente populista latinoamericana, Ecuador se aparta sustancialmente de la misma al no haber experimentado más que una incipiente y tardía industrialización a consecuencia de la explotación petrolera en los años setenta y no darse una urbanización acelerada como sí la hubo en países como Argentina, Brasil o México.

Sin embargo, el velasquismo logró que varios sectores económicos y sociales de la población se identificasen con el proyecto de su líder, desde artesanos, trabajadores de áreas urbanas y rurales, hasta disidentes de partidos políticos, lo que se tradujo en importantes victorias a lo largo de casi cuatro décadas. Además, la concurrencia constante a varios comicios electorales le permitió al velasquismo mantener unas bases partidistas y económicas sólidas, ayudado por la identificación que los votantes hicieron de Velasco Ibarra como «líder».

Teniendo en cuenta el contexto anterior, los elementos de análisis que incorpora Ximena Sosa a su estudio resultan ciertamente novedosos respecto a otras investigaciones del período velasquista en el Ecuador. El primero de ellos es la perspectiva de género. Aquí la autora se desmarca de las corrientes feministas clásicas en el sentido de las asimetrías en las relaciones entre hombres y mujeres y el equilibrio entre ambas. Por el contrario, Velasco Ibarra cultivó entre sus seguidores una figura de líder de masas intelectual, cuyo componente esencial era el poder que ejercía sobre las mismas en función de una masculinidad predominante. En contraste, al hilo de la historiadora Asunción Lavrin, la perspectiva de género cobra sentido para el análisis político en el ámbito del puesto de trabajo, la familia y la educación, ámbitos en los que se desempeñaron las principales figuras femeninas del velasquismo. El segundo elemento que introduce la autora es la cultura política y es aquí donde se va entrecruzando la perspectiva sociológica con la politológica que hace tan atractivo el libro. Los elementos específicos de esta cultura política están orientados hacia creencias, comportamientos y actuaciones, al igual que el sistema legal, costumbres y moralidad. Este elemento se erige como un pilar esencial del libro debido a que, entre otros aspectos, la cultura política determina unas formas concretas de relacionamiento entre el ciudadano y el líder político. Sin esta, cualquier aproximación al velasquismo se quedaría corta debido a que en los movimientos populistas prevalecen unas imágenes del fenómeno político especiales. Por último, la memoria colectiva articula parte de la cultura política al dejar grabada en la ciudadanía una imagen del presidente como responsable único y último del escenario político y económico del Ecuador, y, unido a lo anterior, que al ser el presidente responsable de conducir el país no se requiere del concurso de los partidos políticos. Estos dos hechos de la memoria colectiva ecuatoriana inciden aún en el devenir político del país.

La obra se estructura en siete apartados. En el primero, establece los elementos definitorios del populismo, ahondando en las relaciones de poder, examinadas desde el enfoque político y de género. A continuación, la investigadora analiza el contexto histórico de los períodos presidenciales de Velasco Ibarra, para adentrarse en el siguiente capítulo en las ideas de feminismo y masculinidades. Los siguientes tres apartados están dedicados a estudiar los sectores de apoyo más representativos del velasquismo, como son los educadores, trabajadores urbano-rurales y el del transporte.

A modo de conclusión, este libro introduce una perspectiva de análisis novedosa no solo por el empleo de la historia, la sociología y la ciencia política, sino también por orientar el estudio del período velasquista en el Ecuador desde la cultura política, la memoria colectiva y la perspectiva de género.

David Molina Romo

Universidad de Salamanca